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Cuida tu luz

Ersta, Estocolmo, 12 de enero 2020

Epitafio escrito en esos días finales, cuando la vida nos mostraba que la paz estaba en otra orilla. En un Estocolmo frío pero sin nieve, se concretaba el ciclo de un exilio y retorno, pero quizás también un enorme reconcilio con una historia llena de partidas y llegadas. 


 

El perdón no está en seguir imaginándose las cosas bellas que pudiesen haber acontecido si no hubiésemos sido maltratados. La redención del perdón está en poder formular un futuro a partir de los sentimientos rescatados al odio y el rencor. Es el fin de una lucha donde el amor triunfa con amor.  

Yo me imagino que voy de la mano de mi padre y sólo tengo cinco años y no le tengo miedo. Sino que ese niño reconfortado por el regocijo del perdón que siento hoy, camina seguro junto a su padre y descubre el mundo desde esa corta estatura.  

Una vida de miles de posibilidades pinta un cuadro de mil colores y aunque llueve a torrentes sólo logran las gotas aumentar el intenso de cada uno de los colores. Donde un cuadro quiere ver la luz de la verdad y donde no es sólo un paisaje sino todos a la misma vez. Así en esta pieza, la vida nos da tu última velada. Y no estoy ni lejos ni cerca, sólo estoy despierto velando tu partida. 

Viajamos en bicicleta tú desde el lado de la carretera para resguardarme del tráfico y vamos camino al sur. Un día temprano lleno de olores con cual la tenue lluvia nocturna ha regado los prados y arboledas enormes por donde pedaleamos. Es un camino hacia donde no importa, sólo sé que vamos juntos y eso redime sin importancia la distancia que sea.  

Es eso lo que siento al verte allí donde yaces bebiendo por la boca el aire como si se tratara de una merienda imprescindible para un viaje que aprontas, quizás no quieres irte, pero ya lo sabemos que esta vez te irás solo y para siempre. Pero el perdón nos abraza también para siempre y en ese abrazo traspasas el calor al niño que viaja contigo.  

Te vuelvo a mirar y eres sueño o quizás un rezo al que convocas a los que te aman para en silencio besar la noche por la cual tienes que traspasar para alcanzar la orilla. Un lugar desconocido para todos, pero donde sólo serás tú quien decida dónde está.  

Yo me quedaré aquí a seguir junto a los que me distes como hermanos y hermana. Lidiando con mis deficiencias y mis temores y con mis indiferencias. Aquí seguiré amando al mismo hijo de todos nosotros. A ese que nos persigue desde antaño. No buscaré explicaciones ya porque no las quiero, no buscaré ser mejor o el más de todos, solo quiero seguramente seguir pedaleando por esa alameda; quiero tomarme de la mano de mi hijo y seguros enfrentar la noche como amigos de todos los que han sido y de los que serán después de mí.  

Te amo padre no porque fue algo natural sino porque lo aprendimos como adultos. Paseando por la orilla del Pacífico, buscándonos como lo que ya éramos y lejos de los prejuicios de condena que tu religión tanto se había empeñado en apuntar con su dedo celestial. Caminamos yo a mis cuarenta y tú ya cansado de tus pasados 70. Era esa noche también la de los recuerdos lindos la que terminó de desempañar los últimos vestigios de dudas. Comprendimos al fin que lo más valioso no tiene cifras.  

Vuelvo a mirarte y seco tu frente, te digo que descanses, que no luches más. Lo enseñado ya se ha aprendido y en mi viaje van los volantines con sus multicolores remontándome cada día a nuevos cielos. No sé si era tu lección la que yo aprendí, pero supe de los vientos que se usaban para volar, para viajar, para levantar la vela y echarse a los mares. Recordaré esa estrella que de tanto viajar por la tarde cuando al fin la bajamos el viendo había carcomido sus contornos. Quizás sea así también conmigo, de tanto viajar me he gastado con el soplar de la vida.  

Por tu culpa aprendí que no había una vos sino muchas, y que juntas se hacían escuchar todas y era sólo cosa de aprender a oírlas. No sé cómo lo aprendí, pero sólo se de un culpable que con un acordeón sobre el pecho trataba de hacer cantar a tantos que ya se hicieron miles.  

Vuelvo a esa mañana de bicicleta por esa enorme alameda que unía a Nos con San Bernardo, nos íbamos donde la fuerza nos llevara. Era una enorme travesía y donde mis miles de preguntas no tenían respuestas, sino que tú me escuchabas sin hablar, sólo un pedalear que chocaba con los vahos de las veredas recién mojadas y barridas.  

Se que todo se hizo tristeza en ese setiembre oscuro; que tus sueños como los de muchos contigo fueron acribillados porque el pueblo no tenía derecho a otra cosa sino sólo soñar. Te miro allí donde estas y quizás me escuches. Sabes que al otro lado del mar hay un pueblo que dejó de soñar y con sus manos y gritos desde la desigualdad se echó a las calles en busca de lo que tú y muchos pagaron con exilio, con vida, con tortura. Somos de nuevo los hijos de la desigualdad los que levantan la misma bandera y no la dejarán caer porque dejaron de soñar. Ahora es tiempo de dignidad.  

Pareces escuchar, me parece verte sonreír y desde tu viaje levantas tu mano para decirme cuida tu luz y yo escucho: cuida de la llama de la vida! 

 


Nota:

Cuida tu luz es el título de un cántico evangélico que mi padre compuso junto a una persona que nosotros como niños llamábamos por ”hermano Moya”. El cántico se hizo muy popular en todas las iglesias protestantes en Chile y Latino América. Su texto alude a un párrafo del Nuevo Testamento en el libro de Lucas capítulo 11, versículo 35. Mi padre consideraba que con el trabajo de fe no se podía hacer negocio. A diferencia total con las teologías modernas donde el profit parece ser un elemento inevitable. Mi padre junto a mi madre se aferraron a la teología de Liberación y entregaron todo por buscar, junto a otros hermanos, en la colectividad un bienestar social que estuviera unido a sus creencias pero también a una igualdad de clases.

Por lo que sus composiciones, todas, las entregó a su fe dejándolas como ”compositor desconocido”. Desde ya nunca recibió royalties u otro tipo de remuneración por su trabajo. Nosotros sí sabíamos quién había compuesto ese y muchos otros temas más.


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