Las elecciones han concluido. No pasaban las siete de la tarde y ya se declaraba el candidato de ultraderecha, Jose Antonio Kast, vencido por una de las elecciones de mayor representatividad en Chile después del retorno de la democracia. Mas de ocho millones habían recurrido a las urnas para declarar su decisión. A pesar de obstrucciones en el transporte colectivo que dejó a otros cientos sin la posibilidad de acercarse a las mesas correspondientes para poder sufragar.
Hasta los últimos segundos no había una indicación o tendencia a la que atenerse. La inseguridad y el factor fraude que se hacía una vos más y más imperante cuando se acercaba las seis de la tarde en Chile. Yo había escrito en mi blog que había una enorme cantidad de gente que votaría por el ultraderechista. Los medios de comunicación apuntaban a una estrecha elección donde el ganador no podía ser previsto sin antes haber contado todos los votos. Pero no fue así. Nuevamente, y afortunadamente, los temores no triunfaron ni fue las experiencias de las frustraciones las que ganaron terreno. Antes de las siete de la tarde Chile tenía un nuevo presidente electo y este era Boric.
Creo que mis sentidos explotaban, yo aquí al norte de Suecia, a miles y miles de kilómetros de Chile sentía un enorme orgullo porque al fin del mundo había un país, una columna vertebral como lo escribió Pedro Asnar, que buscaba afrontar el futuro lejos del miedo y el temor a una nueva era. En el transcurrir de las elecciones, siguiendo el cubrimiento televisivo de las elecciones, nos dimos cuenta que había un encubierto boicot de transportes colectivos. Y gracias a los medios de comunicación habíamos logrado levantar un frente de quiebre al boicot, haciendo un llamado a amigos y a la comunidad publica a transportar a las personas que estaban en los paraderos de buses esperando acercarse a los centros de votación. Habían personas que habían estado horas esperando un transporte colectivo.
Un ataque encubierto – no habían buses
Era eminente que el ataque se realizaba en barrios donde el transporte colectivo es una necesidad social. En esos barrios donde la derecha no tenía vos ni voto. Era contra ellos que el ataque estaba dirigido. La ministro salió al aire defendiendo la constitucionalidad de las elecciones desmintiendo que existiera algún tipo de obstrucción o que el gobierno de alguna u otra manera estuviera influyendo. La ministro revindicaba que habían transportes suficientes y que nada estaba en lo anormal. Pero los paraderos y las personas bajo temperaturas extremas tenían que soportar en espera que esa promesa de que todo estaba normal fuera revelada. No fue así. En cambio pasquines en Facebook anunciaban la solidaridad del pueblo que se unía contra la farsa y ponía a disposición automóviles privados, pequeños buses y todo transporte a la que se pudo echar mano.
Un primer intento de boicot – revelado y desactivado
Por eso el estar a miles y miles de kilómetros no me afectaba en nada la posibilidad de junto a una cadena de amigos, organizar el desbloqueo. Fue algo innato en muchos de los que hemos tenido que vivir alejados de nuestra tierra. Pero el mundo se ha achicado.
No dejé de celebrar hasta que mi familia me pidió silencio a las tres y media de la madrugada, hora escandinava. Sé que son cientos los deberes a afrontar; sé que son miles las peticiones y que la mesa de tareas se rebalsará y que muchos sentirán frustración cuando justo sus preguntas no estén sino al fondo de la ruma. Sé que han sido muchísimos años de injusticia social y de falta a los derechos humanos. No debemos titubear ante todas esas tareas a realizar. Una injusticia no se cura con un gobierno, sino en el corazón de todos los que conforman una idea, un pueblo, una sociedad. Son procesos a los que nos estaremos enfrentando. Yo ya no volveré a mi país a vivir como en mi juventud lo soñé y en todas esas tentativas me tuve que dar cuenta que yo hacía más en aporte desde mi rincón al norte del planeta que quitándole la posibilidad de desarrollo a un compañero en mi país. Ya había pagado mi entrada a esta sociedad que nos ha dado tanto a aprender. Y es desde allí que quiero seguir esta reflexión.
Un compromiso con Chile en base a conciencia social
Somos muchos compatriotas que estamos comprometidos con la causa de una sociedad para todos. No porque ha sido un mensaje o lavado de cerebro de nuestros mayores, sino porque lo hemos experimentado en las sociedades que nos acogió en este exilió que se convirtió en una eterna estadía. Aprendimos a ser demócratas y a entender que las responsabilidades se asumen en todo sentido y no sólo bajo un puño alzado. Aprendimos a ser profesionales en empresas y labores especializadas. Me atrevo a decir que estamos en todos los sectores de las sociedades donde nos desarrollamos hoy en Europa y el mundo. Tenemos un aporte enorme de entrega a nuestro Chile. Creo que no es un desacierto apuntar a que representamos en todos los sentidos de la palabra a una generación que se educó y no perdió la dirección ni el horizonte que nuestros padres nos legaron. Desde siempre seremos un enorme aporte a todo tipo de situación de avance hacia una sociedad de todos, porque las hemos experimentado y sabemos como se defienden y se desarrollan. Quizás suene esto como un currículo vitae de parte de los que nos encontramos fuera. Pero no lo es.
La primera experiencia de los noventa – el desazón
El retorno de la democracia a Chile a comienzos de los noventa, despertó muchísimas expectativas en el remanente de hijos de chilenos que nos habíamos educado aquí. Buscábamos el retorno y fuimos muchos los que nos echamos a ciegas a navegar por el retorno. Pero bastante temprano nos dimos cuenta que los nuevos gobierno en Chile, en sus acuerdos, nos habían olvidado. Como una acción de gracias logramos después de muchas batallas que se nos reconociera nuestra opinión por medio del derecho a voto en el extranjero. Situación que cualquier ciudadano europeo tiene sin ser cuestionada. Un sueco votará donde se encuentre en el mundo sin necesidad de estar inscrito en una lista o pertenecer a una mesa que lo apodere. Muchos vimos el retorno de la democracia como un deber de hacer las maletas i volver. Pero no existió mas que un festival y una invitación a participar en un encuentro entre hijos del exilio en Santiago y Valparaíso. No hubieron planes de incorporación o reintegración ante el retorno. Ni nuestros mayores nos vieron ser parte de un recurso, si antes cuando nos querían mandar a Angola o a Nicaragua bajo la lucha armada. Pero para aportar a un proceso democrático no hubieron pasajes. Yo no canté mi cueca de retorno y desilusionado por ese silencio, me fui a esconder entre los bosque de la taiga.
Mas de una generación de profesionales demócratas
Ya han pasado más de treinta años y no soy más ahora que una persona que organiza o entrega en lo que puede su colaboración al proceso chileno. Desde ya sé que somos un recurso en espera a los procesos sociales que el nuevo presidente se enfrentará. Hemos estado en las discusiones que aquí se han dado en los temas. Hemos visto como las soluciones han llegado a la mesa y sabemos cómo se estructura un estado a disposición de todos. Donde las instituciones, independientemente de quién este al mando, responden bajo las leyes que las rigen. Un estado fuerte es también un estado consiente de que los desarrollos son un Perpetuo Mobile en las estructuras que rigen sus instituciones. No es sólo un profesor el que se necesita, sino también los que estructuran las entidades de estudios y hacen que la administración de las mismas le de a ese profesor la posibilidad de desarrollar su labor sin pormenores y al estudiante la tranquilidad de estudio correspondiente. Esto sólo como ejemplo, lo mismo en los sectores de servicio a la tercera edad, salud y desde ya en la administración estatal de los bienes de un estado. Estamos en posiciones de construir y de levantar las estructuras esenciales en los más diversos puntos de una sociedad igualitaria.
Estamos a disposición de nuestro Chile!