por: Daniel Hernández
… Sobre la situación actual de Venezuela y nuestro deber ciudadano
De antemano le digo, que no me importa si usted es chavista u opositor, no pretendo hacerle cambiar sus convicciones políticas. A mí me preocupa Venezuela seguramente al igual que a usted, por eso le pido que no me vea como contrincante político si alguna de mis palabras no le suenan bien en primer término. El texto es largo muy a pesar de mis esfuerzos por resumir y en ocasiones puede parecer que no tengo una posición definida en la política polarizada del país, sin embargo, sí que la tengo, así que para empezar debo confesarle que a pesar de toda la tensión que pueda haber, estoy absolutamente convencido de que entre venezolanos y con buena voluntad, tanto la nuestra como la de pueblos y estados amigos, podremos encontrar una solución definitiva a nuestros problemas. Claro está, que hemos de tener bien definido quiénes son nuestros amigos, entonces para hacerlo más fácil voy a llevar el concepto de amistad a su definición más sencilla: Nuestros amigos son aquellos que no quieren que nos peleemos entre hermanos.
I – Sobre el papel de la prensa y el uso que se hace de la información
Los doctores en filosofía, Ernesto Abalo en el año 2015 y Alan MacLeod en el año 2018 realizaron estudios separados sobre el tema de cómo la prensa internacional ha tratado el tema de Venezuela. Aquí un resumen de sus resultados.
El trabajo de Abalo (2014/2015) titulado Constructing (il)legitimate: populism and power concentration in newspaper discourse on Venezuela, es un análisis crítico del discurso sobre 163 artículos de la prensa internacional y está enfocado en el uso que se hace del concepto de democracia en torno a Venezuela y en relación con el gobierno de Venezuela. El investigador llega entre otras, a la siguiente conclusión:
…[E]ste estudio ha demostrado cómo el discurso mediático, al asociar al gobierno venezolano con el populismo, tanto directa como indirectamente, y con la concentración de poder, construye [la idea] de que el gobierno se desvía de una democracia legítima. Sobre la base de estos resultados, el estudio ha argumentado que los discursos sobre populismo y concentración de poder revelan presuposiciones democráticas liberales que funcionan juntas como un marco normativo sobre cómo se construyen y reportan los sucesos de la materia.
(Abalo, 2014/2015 Artículo 1 – Mi traducción -. )[1]
El trabajo de MacLeods (2018) titulado Bad News from Venezuela: Twenty Years of Fake News and Misreporting[2],es un estudio cualitativo del discurso y sobre las condiciones que han incidido en el ejercicio periodístico, específicamente en el trabajo de los medios internacionales sobre la política venezolana. MacLeods investiga sobre el cómo diferentes factores han influido en el trabajo de informar de la prensa internacional. El estudio abarca un periodo de tiempo de 20 años y está enfocado en el análisis de medios de comunicación bien reconocidos y respetados en el mundo. El trabajo en referencia llega a las siguientes conclusiones:
– La prensa occidental ha ofrecido una marcadamente limitada gama de opiniones, con diferencias más en estilo y tono que en la sustancia entre los diferentes periódicos.
– Hubo una considerable uniformidad en cómo unas amplias gamas de periódicos cubrían una de las áreas más polémicas de la política mundial.
– En contra del [principio de mostrar] la mejor evidencia empírica disponible, la prensa occidental presentó abrumadoramente a Venezuela como una antigua democracia que se desliza hacia la dictadura.
– Hubo un desprecio generalizado o incluso odio por todo lo que representaban los chavistas, expresado en artículos, especialmente editoriales.
– Los argumentos y fuentes del gobierno pro-venezolano estuvieron ausentes. Cuando se incluían, a menudo eran tergiversados o ridiculizados.
– “La muerte del corresponsal extranjero”: solo [había] un corresponsal a tiempo completo para la prensa occidental en idioma inglés en Venezuela.
– Recortes masivos a los presupuestos de las salas de redacción, lo que lleva a confiar en los corresponsales locales [no de tiempo completo]. Periodistas locales reclutados en la prensa venezolana altamente cercana a la oposición, lo que lleva a una situación en la que las ideas de la oposición venezolana y los puntos de discusión tienen su amplitud magnificada. Activistas antigubernamentales que producen contenidos de noticias supuestamente objetivos para los medios occidentales.
– La cultura de la redacción se opone fuertemente a los chavistas. Los periodistas que no simpatizaban con los chavistas se sentían libres de escribir como lo deseaban, mientras que los periodistas con simpatías del gobierno tenían que moderar lo que escribían y practicar la autocensura.
– Expertos que simpatizan con los chavistas ”muy comúnmente” [están] en la lista negra de los medios occidentales.
(MacLeod 2018:148 – Mi traducción -.)
A todas estas hay que añadir la cantidad de información manipulada y desinformación (no exclusivamente sobre Venezuela) que hoy en día circula en las redes sociales. Se nos hace fácil reaccionar por las emociones y muchas veces creemos ciegamente y/o queremos ser los primeros en informar. Así, sin detenernos a pensar compartimos la “información” que nos llega sin ser críticos de las fuentes y sin tener presentes las posibles consecuencias. También pasa que le damos credibilidad a lo que las personas revestidas de “autoridad” comparten, sin siquiera preguntarnos si estas personas están realmente cualificadas para ejercer el periodismo ético o si no hay intereses detrás de su aparente preocupación por Venezuela.
La cantidad de mentiras y la falta de ética que usan algunos políticos para conseguir sus objetivos puede llegar a sorprendernos. Por ejemplo, según el periódico norteamericano The Washington Post el presidente Donald Trump hizo 1950 afirmaciones falsas o engañosas en un periodo de 343 días. Esto, de acuerdo a la base de datos del periódico que “analiza, clasifica y rastrea cada declaración sospechosa del presidente”.[3] Según datos de la organización FactChek.org[4] esta cifra asciende a 8158 afirmaciones falsas o engañosas en un periodo de dos años. Si esto dice una persona que debería inspirar confianza, que queda para mucha otra gente que creen hacer un bien cuando re-twitteean o comparte cualquier cosa que pasa por sus canales en las redes sociales. Es posible, que estemos bajo el asedio de una campaña propagandística que sólo persiga generar las condiciones para la guerra y que muchos de nosotros seamos tontos útiles en el mismo juego que nos prepara psicológicamente para ver la guerra como una opción.
Deberíamos de observar con seriedad que uso se hace de la información. Todo ha sido útil a la prensa internacional para tratar de convencer la opinión pública mundial de que cualquier acción contra Venezuela es justificable. La cantidad de medias verdades y de mentiras, que la prensa nacional e internacional ha difundido en torno a Venezuela en estos últimos 20 años, es prácticamente incuantificable. Se ha influido en la gente moviéndole emociones y se trata de hacer ver al opresor como salvador. Sé ha construido la figura de una dictadura que no existe pues Nicolás Maduro sabemos todos, ganó las elecciones con el mismo sistema y bajo las mismas condiciones que los políticos opositores que ocupan cargos de elección popular en Venezuela. En contraste, la prensa internacional y los gobiernos afines a los EEUU hacen todos los esfuerzos posibles para calificar de demócrata Juan Guaidó quién públicamente se auto-proclamó para un cargo que no le corresponde, aun interpretando la constitución como él quiera, por primero los procedimientos y segundo por la realidad de que él forma parte de un órgano que se auto-deslegitimó. Sin embargo, se trata de investir de demócrata a quien por un lado no respeta la constitución y por otro lado está tratando de promover una salida violenta con además la intervención internacional. Realmente, Guaidó en cualquier otro país del mundo sería procesado cuando menos por intento de golpe de estado y por tracción a la patria.
Los medios de comunicación son libres de decir lo que quieran, la libertad de expresión es desde luego uno de los pilares de la democracia, pero lamentablemente en el caso venezolano la mayoría de los medios extranjeros y un gran sector polarizado de los medios nacionales funcionan ahora como actores políticos. En muchos casos, ni se ajustan a la realidad ni hacen otra cosa más que propaganda para generar las condiciones de un conflicto. Es así como entre otras cosas podemos ver varias contradicciones, por ejemplo, la facilidad con la que inculpan de todo lo negativo al gobierno, sin mostrar la responsabilidad de otros actores, o también como explotan la difícil situación económica, no para tratar las causas reales sino con fines políticos…Han llegado a omitir la información sobre todos los factores involucrados en la hiperinflación, ocultan la información completa sobre la magnitud y efectos de la guerra económica y el bloqueo, así de este modo, contribuyen a generar la crisis y magnificarla para luego usar y vender el argumento de la “necesaria ayuda humanitaria” con lo que se pretende justificar una intervención extranjera.
Muchos medios funcionan pues, como tribunas para la propaganda desde la que actores políticos, y cuando no, algunos periodistas cumplen ese rol, consiguen el clímax de la manipulación engañando al que ni siquiera presiente está siendo manipulando. Lo hacen tan “bien hecho” que consiguen que fácilmente caiga todo aquel que no está críticamente formado para la complejidad de la política. Ya verá más adelante en el texto que de ninguna manera estoy negando que la situación venezolana es muy difícil pero la definición del concepto de crisis humanitaria no se ajusta a lo que realmente sucede en Venezuela. Por esa razón y por el uso político que los EEUU y sus aliados hacen del concepto, es que la Cruz Roja internacional se ha negado a colaborar con la pretendida introducción de esa ayuda a Venezuela. Pues esta ni es ayuda, ni es humanitaria. La ayuda que el pueblo venezolano necesita es en primer término que los norteamericanos dejen de promover salidas violentas, segundo que la comunidad internacional ajustada al derecho internacional colabore para que la oposición y el gobierno se sienten a dialogar y tercero que se levanten todas las sanciones y amenazas que pesan sobre el país.
II – Sobre las amenazas reales de una guerra
El pueblo venezolano tiene varias décadas evitando que las problemáticas sociales, políticas y económicas deriven en una confrontación armada. Realmente, la situación ha tenido los ingredientes para un conflicto de grandes dimensiones y varios momentos álgidos que han sido de algún modo contenidos por el desarrollo histórico de las últimas décadas. Hoy, sin embargo, quizás pocos dudan de que la situación económica es la más difícil de nuestra historia democrática y de que la situación política es bastante delicada. Ciertamente hay responsables de que Venezuela esté como está, pero en un principio no voy a profundizar mucho, en los actores internos porque creo que todos sabemos que tanto en el gobierno como en la oposición hay gente que no ha cumplido con su deber. Más adelante trataré el tema, ahora hay algo más urgente y es resolver los problemas políticos y económicos que afectan a las mayorías y que sirven de excusa para una posible intervención militar extranjera.
Que actores extranjeros, se presten para sabotear la economía y seguridad del país, con el apoyo de un sector de la política nacional, podría entenderse como una estrategia política para generar presión y obligar al gobierno a elecciones generales, pero la verdad, es que esa es un arma de doble filo. Que el gobierno de EEUU haya tomado la determinación de bloquear activos de Venezuela, y que abiertamente muestre sus intenciones de controlar nuestros recursos naturales; que ande impulsando la iniciativa de presión, a por lo menos sabiendas de que puede degenerar en una guerra civil y que incluso esté amenazando con intervenciones y haciendo movimientos militares es más que preocupante. Para quienes tenemos sentido de la dignidad es inaceptable y para quienes tenemos conciencia histórica una forma de recordar otros escenarios que lamentablemente han terminado mal.
Sabemos hoy, que en Irak nunca hubo armas de destrucción masiva pero los políticos y los medios nos engañaron sobre el tema y el país fue invadido bajo este pretexto. En Libia se usó el argumento de la falta de democracia. En ambos casos los impulsores de la guerra se hicieron de las riquezas naturales y económicas de esos países dejando muerte y desolación a su paso. En Siria, aunque no se derrocó al gobierno y las tropas norteamericanas se retiran “estratégicamente”, han dejado al país literalmente destrozado con más de medio millón de muertos y seis millones y medio de refugiados. En Venezuela para el 2002 montaron una operación de bandera falsa cuando acusaron al gobierno de masacrar la población y con eso consiguieron derrocar al presidente Chávez durante 47 horas. Desde entonces, un sector de la oposición ha tratado de hacerse del poder político absoluto en diferentes oportunidades y a toda costa, y ni siquiera la victoria electoral de la Asamblea Nacional en el 2015-2016 les ha bastado para capitalizarse políticamente y construir; La irregularidad en la elección de tres diputados que no afectaba la mayoría ya conseguida, les impulsó a desconocer a los otros poderes del estado y terminó auto-deslegitimándoles. Ese sector de la oposición, que al parecer no entiende de las reglas democráticas, es el que recibe el apoyo directo del gobierno norteamericano. Es un grupo político que desestima tanto al sector de la población que en repetidas ocasiones ha dado respaldo al proceso liderado por la izquierda, como al sector de la derecha que quiere dialogar y construir.
Venezuela muy a pesar de estar preparada para defenderse y de contar con un gran apoyo político y militar por parte de China y Rusia, entre otros países afines; a pesar de que el poder ejecutivo controla las instituciones y tiene el respaldo de las fuerzas militares constitucionalistas, además y a pesar de que la situación política interna es relativamente tranquila, con los poderes legítimos del estado y la mayoría de la población siguiendo el hilo constitucional, no deja de ser un peligro la coyuntura actual. Tener a una potencia extranjera con un largo historial de intervenciones y guerras dando y siguiendo los pasos previos para una guerra, asediándonos, últimamente a diario en una estrategia combinada entre el discurso mediático y acciones contra la economía, además de sabotajes y otras provocaciones, no es para tomarlo a la ligera. Por eso, entre otras cosas trataré en este texto de analizar la situación en la profundidad que mis modestos años de estudio y observación me lo permiten y esperando poder hacerlo sin extenderme demasiado.
Para que se produzca una guerra, se necesita algo más que una provocación… Es posible que se insista en hacer perder la paciencia al pueblo venezolano, es posible que se usen paramilitares infiltrados como en el intento frustrado del 2004 o incluso que el gobierno de Trump crea que invadir a Venezuela es cosa fácil. Pero la verdad es que ese último escenario podría tener un coste político y militar desfavorable a los EEUU y eso le hace menos viable. Es posible que se siga apostando por el desgaste y la confrontación interna durante un periodo, que se procuré financiar a grupos extremos y en último caso que se lleguen a usar tropas extranjeras. Esto, sin embargo, se puede evitar si los demócratas legítimos se sientan a dialogar independientemente de las corrientes ideológicas y el pueblo unido se dispone a trabajar para solventar la crisis económica. Ya hay que pasar del discurso de que es necesario prescindir de la renta petrolera para pasar a la acción y ponerse a producir en otras áreas. Especialmente hay que garantizar la seguridad alimentaria, produciendo lo que es necesario para el consumo interno. Obligatoriamente hay que acabar con la inflación y si se logra una producción masiva esta puede traer consigo la caída de los precios. Un pueblo bien organizado puede producir tanto como para conseguir un fenómeno deflacionario.
Las riquezas naturales de Venezuela y el lograr deshacerse de una voz irreverente que defiende una posición política independiente, son razones suficientes para que el gobierno norteamericano haya decidido tratar de derrocar al gobierno venezolano. Por menos se ha hecho la guerra en otros lugares. No es casualidad que el gobierno de derecha de Colombia se haya incorporado a la OTAN, tampoco es casualidad el curso que ha tomado la política en Brasil, en Ecuador y en otros países cercanos geográficamente y otrora también cercanos políticamente a Venezuela. Han tratado de aislar y sitiar a nuestro país política y militarmente, han tratado de generar las condiciones para que se dé un cambio de gobierno por conflicto interno, probablemente con apoyo paramilitar en el corto plazo, o tratar de debilitar al país para una intervención militar extranjera. No son vagas especulaciones, los hechos nos recuerdan a procesos históricos similares.
Por fortuna la locura de tratar de generar la guerra ha sido muy mal planificada. Uno no puede llamar dictador a quien se ha ganado su puesto en elecciones y al mismo tiempo legítimo a quien se ha autoproclamado presidente sólo porque a los gobiernos de algunas potencias y sus aliados circunstanciales se les ha dado por decir que ellos reconocen a este último. El pueblo venezolano puede estar pasando trabajo, pero hay una conciencia histórica forjada en muchos años de asedio y en el ejemplo de realidades similares. El pueblo venezolano, en su mayoría, ha madurado políticamente y tiene además una reserva moral que difícilmente pueda ser quebrantada por bloqueos e intervenciones.
III – Sobre la problemática económica y social
Es un hecho probado que los Estados Unidos y sus aliados, han contribuido a la desestabilización económica de Venezuela. Esto, desde incluso antes de la toma del poder por parte de Hugo Chávez. No hace mucho tiempo atrás, las políticas económicas eran dictadas desde el extranjero y no existía ningún interés en superar la pobreza. La política del gobierno era la de mantener al pueblo con un poco de pan y con mucho circo. Es probable que muchos no recuerden ahora como era la situación, había sí, relativa paz política esto porque las pocas iniciativas de protesta eran fuertemente reprimidas y la tortura y desapariciones forzadas una realidad vigente. Hay quienes no conocen las causas reales del Caracazo y menos sobre quienes generaron las condiciones para eso. Yo sin ánimos de ofender no dejo de preguntarme ¿qué pasa? o bien hemos tenido un sistema educativo muy malo o bien sufrimos de una suerte de aprendizaje selectivo. Por ejemplo, para hablar de los mayores responsables detrás de las políticas económicas de la época hay que saber sobre el poder de influencia y coacción que las organizaciones internacionales como el FMI y el Banco Mundial aplicaron y aun aplican en el continente, así como el hecho de que estas están políticamente controladas y obedecen a la política exterior de los EEUU. No se trata de un discurso retórico, basta con informarse bien para ver, que muy a pesar de los nombres inclusivos de estas instituciones, la distribución interna y el ejercicio externo de su poder se corresponde a la participación económica de los estados miembros.
Sigamos en términos generales y vamos un poco más adelante. Una serie de estrategias políticas, mediáticas y económicas se pusieron en marcha ante lo inevitable, el resurgimiento de la izquierda democrática en Latinoamérica y específicamente de la toma del poder por parte de Chávez en Venezuela. En el plano económico se propició una fuga masiva de capitales, sí, esa misma que luego obligó al control cambiario… Posiblemente las generaciones de los “millennials” no recuerden ahora cómo se cerraron empresas sanas y como fueron los primeros movimientos migratorios de la época de Chávez; tampoco, nada del paro patronal ni mucho del golpe de estado del 2002 y seguramente menos del cómo se construyó una campaña que atemorizo a la clase media del país con un discurso maquiavélico sobre el socialismo, discurso exacerbado que incluso criminalizó a sectores políticos y sociales de la nación … Se decía que el gobierno quitaría a los niños, que se acabaría la libertad de expresión, que el gobierno se apoderaría de todas las cosas… Esto asustó a mucha gente, a lo que también contribuyó la mala interpretación y en muchas ocasiones también, la mala aplicación del recurso de las expropiaciones. La verdad es que el tema da para escribir un capítulo completo. Prosigamos…
La raíz de la desestabilización económica tiene varios responsables, tanto internos: entre empresarios usureros y corruptos de oposición y gobierno, como externos: entre especuladores y gobiernos neo-imperialistas y sus lacayos. La intervención de agentes externos, no es cosa nueva como ya hemos visto. El caso, por ejemplo, de la resolución 8/2000 del legislativo colombiano que permite que las casas de cambio en la frontera puedan fijar deliberadamente el precio del intercambio con la moneda venezolana, produjo una fuga masiva del papel moneda venezolano y es una de las razones fundamentales de la hiperinflación. Esta jugada de la política económica colombiana afecta directamente a la economía venezolana y los gobiernos de Colombia la desarrollaron estratégicamente y con calma. Ha sido solamente, en los últimos años, cuando la estructura creció a gran escala, cuando hemos visto los efectos devastadores para la economía venezolana. También es sabido que el gobierno colombiano se ha negado a corregir esta situación muy a pesar de los pedidos del gobierno venezolano. Esto desde luego que no desprende de responsabilidad al gobierno venezolano, es comprensible que ha estado bajo estrategias de guerra económica, pero ha tardado un tanto en reaccionar. Aquí, entra también en juego la responsabilidad de los representantes de la oposición que no han estado a la altura de lo que debe ser una oposición. En lugar de estar empeñados en tumbar al gobierno de Nicolás Maduro y en deshacerse del proceso Bolivariano a toda costa, han debido ser aliados cuando menos estratégicos para enfrentar estas situaciones y no lo han hecho.
IV – Sobre el problema político en general. Algunas propuestas
El recorrido hecho hasta ahora por la historia reciente es quizá bien conocido para la mayoría de los venezolanos, pero no está de más hacer el ejercicio para recordarlo de modo que estemos en contexto. Así como no está de más recordar que existe una diversidad crítica dentro de la izquierda y que esta, lógicamente, debería también formar parte del diálogo. No es tiempo de rencillas, ni entre los actores de la izquierda, ni tampoco en contra de los políticos de derecha que respetan la democracia. Quizá, a los únicos que políticamente hay que neutralizar es a aquellos que insisten en la violencia o se prestan para esta, cuando pretenden imponerse auto-proclamándose, cuando dicen no temer a una guerra civil y cuando andan tratando de provocar una excusa, cualquiera que sea, para permitir la entrada de agentes agresores externos. En esta estrategia, siguen intentando los medios y gobiernos extranjeros hacer el coro con la intención de legitimar a la oposición violenta.
Es necesario pues que el pueblo venezolano apoye a quienes en ambos sectores (oposición y gobierno) tienen legitimidad democrática y que el rechazo a la violencia se haga sentir. Esta coyuntura es la ideal para que los políticos de oposición responsable despojen del arma de la violencia al grupo que secuestra el protagonismo de la oposición en Venezuela. Una renovación de cuadros políticos con gente genuina y realmente democrática se hace urgente. También es momento oportuno para que las bases del chavismo exijan de los políticos de gobierno más celeridad, trabajo y transparencia. El pueblo debe formarse y organizarse para el ejercicio de las contralorías sociales para que los que se decidan a ser representantes sepan que estarán siempre bajo observación y control.
El primer deber del pueblo venezolano es ahora el de apartar a un lado a los agentes desestabilizadores apoyados por el gobierno norteamericano y otros actores extranjeros no interesados ni en el diálogo ni en la paz del país. Quiénes se niegan a un diálogo abierto en este momento delicado no deberían en absoluto tener algún tipo de apoyo en las bases, no se puede permitir que una minoría imponga la agenda de violencia. Se trata, en definitiva, de apenas un pequeño grupo de dirigentes con un sector de gente manipulada por exceso de desinformación y compresiblemente molesta por el deterioro de la calidad de vida. Es comprensible que, sumada a la situación económica, empeorada con la cultura de corrupción profundizada en tiempos de crisis, les sea difícil ver más allá de la realidad cotidiana que les afecta. Hay que acabar con los “mantras” que nos despojan de responsabilidades, el repetir de algunos que achacan todos los males al gobierno, así como el de los que sólo buscan culpables en los actores externos como una excusa ante las muchas veces evidente incompetencia e irresponsabilidad. El país dividido entre versiones y perspectivas diferentes prosigue en tensa calma sin que se den ni las reflexiones ni el diálogo, ni la actividad productiva necesaria para superar la coyuntura. Evidentemente se ha fortalecido el espíritu de defensa en muchos de nosotros, pero este sólo no alejará el riesgo de confrontación. Hace falta hacer mucho más para consolidar la paz.
Para que el país salga adelante hay que resolver asuntos puntuales: Primero, el respeto a nuestra soberanía lo que pasa por que las organizaciones ligadas a gobiernos extranjeros que abiertamente hablan de intervención militar pierdan todo tipo de apoyo por parte del pueblo venezolano dando espacio a liderazgos genuinos y democráticos. En el caso de la oposición venezolana existen ese tipo de liderazgos, pero la estructura mediática no le da espacios. Por esta razón creo que la oposición democrática y soberana debería unirse y crear una plataforma que les permita hacerse escuchar. Es quizás atrevido mencionar aquí algunos nombres y no nombrado alguno, no se quedará ninguno por fuera, por eso, en términos generales podría decir que la oposición democrática y soberana es aquella que se opone a la intervención extranjera y está también la dispuesta a dialogar, a construir y a respetar el marco democrático establecido en la constitución. Al mismo tiempo, es necesario que las bases del gobierno nacional sean saneadas de gente incompetente, de corruptos y oportunistas para lo que bastaría que el pueblo se organice en contralorías sociales y ejerza sus derechos y obligaciones constitucionales. Muy a pesar de las condiciones coyunturales, este intento de generar una guerra civil o intervención militar debería de unificar a la población en torno al sentimiento de patria contra el invasor y finalmente terminar fortaleciéndole, debería de hacer más fácil la búsqueda de coexistencia y respeto mutuo entre las diferentes corrientes de pensamiento que hay en el país.
Ciertamente gobierno y oposición tienen visiones diferentes en cuanto a las formas de reactivar la economía. Por eso resulta necesario que se desarrolle un plan de acción que permita que las dos visiones, la del mercado y la socialista puedan coexistir de manera que cada quien pueda elegir si desea ser empleado, emprendedor capitalista o cooperativista. Para esto, sin embargo, es fundamental el saneamiento de las instituciones y el establecimiento de reglas claras.
La coyuntura actual obliga a que todo venezolano independientemente de su postura ideológica se plantee seriamente que es lo que quiere para nuestro país y de que ahora, más temprano que tarde, coincidamos en un proceso de dialogo efectivo para llegar a acuerdos sólidos que permitan no solamente que se siga evitando la guerra, sino que el país pueda desarrollarse en armonía. Para esto, que yo considero es la única alterativa viable hay que prescindir de los chantajes, de obstáculos y los casquillos. Si para que haya paz y desarrollo en el país hay que renovar liderazgos políticos pues que se renueven, pero no con paracaidistas y oportunistas o con personajes entrenados por el gobierno norteamericano, sino con gente que genuinamente ha trabajado y que moralmente ha demostrado convicciones democráticas y disposición al diálogo.
Retomar el dialogo es la media más sensata que los políticos pueden tomar ahora, pero requiere de la presión social para que estos tomen la postura correcta. Ya se escuchan algunas voces desde la oposición en contra de la intervención, pero hay muchos que están esperando a ver qué puede pasar el 23f, esperando a ver si alguna provocación deriva en conato de guerra y desestimando la capacidad de reacción del pueblo y gobierno venezolano, confiando en que el asedio y la propaganda de guerra les podría dar algún resultado. Creo que hay muchos políticos irresponsables que esperan a eso y que mientras más esperen para sentarse en la mesa de diálogo más ilegítimos son, por esa razón hago un llamado a la sensatez y la cordura, no esperen más y evitemos un mal mayor. Como conocedor de la historia y del pueblo, puedo adelantarles lo que podría suceder en el supuesto caso de un conato o intervención: todo 11 tiene su 13.
Daniel Hernández
Twitter: @dhdanieldh
[1] La cita proviene del primer artículo el cual es una parte del trabajo de Abalo y el que se puede conseguir en el libro de referencia Abalo, E. (2015). Through a post-political gaze: On the ideological loading of democracy in the coverage of Chávez´s Venezuela. Örebro Studies in Media and Communication, 2015. Tambíen disponible en una serie de artículos publicados en el 2014 bajo el título: Constructing (il)legitimate: populism and power concentration in newspaper discourse on Venezuela TripleC 12(2):802–821, 2014.[2] Alan MacLeod, Bad News from Venezuela: Twenty Years of Fake News and Misreporting, New York, NY: Routledge, 2018[3] (mi traducción del inglés) la fuente original disponible en la siguiente dirección electrónica: https://www.washingtonpost.com/news/fact-checker/wp/2018/01/02/president-trump-has-made-1949-false-or-misleading-claims-over-347-days/?noredirect=on&utm_term=.54692d049802[4] https://www.factcheck.org/